La artrosis es una enfermedad reumática que se caracteriza por el desgaste del cartílago de las articulaciones. Generalmente se presenta en manos y rodillas, aunque también puede manifestarse en la cadera o en las lumbares o cervicales.
Para entender bien esta patología es importante definir primero qué son las articulaciones y el cartílago articular. La articulación es el punto de unión de dos o más huesos. Mientras que el cartílago es el tejido que cubre los extremos de los huesos y que es fundamental para el correcto funcionamiento de las articulaciones puesto que dota de movimiento y flexibilidad a la articulación y actúa, además, como amortiguador.
Por tanto, cuando el cartílago comienza a desgastarse se ve alterado el funcionamiento normal de la articulación provocando dolor, rigidez y pérdida de movimiento y la incapacidad para desarrollar actividades cotidianas como puede ser, por ejemplo, cerrar la mano o caminar, dependiendo de la zona afectada.
En cuanto a su incidencia, la Organización Mundial de la Salud, pone de manifiesto que alrededor del 28% de la población mundial con más de 60 años padece artrosis y que de ese 28% el 80% presenta limitaciones o dificultad de movimiento. Siendo de las principales causas de discapacidad en la tercera edad, más frecuente en mujeres que en hombres.
En un principio se atribuía como única causa de la artrosis el desgaste del cartílago articular provocado como consecuencia del paso del tiempo y la edad. Sin embargo, se ha demostrado que, aunque la edad sea la causa más común de esta patología, existen otros factores que también pueden contribuir a su aparición:
La artrosis puede manifestar diferentes síntomas en función del grado y evolución de la patología. Sin embargo, los síntomas más frecuentes son dolor, rigidez, crujidos y dificultad a la hora de realizar movimientos. Generalmente el dolor aparece con el movimiento y mejora con el reposo.
En casos más graves o avanzados los pacientes pueden presentar deformidad articular y que el dolor se produzca tanto en movimiento como en reposo. Además, pueden producirse derrames articulares.
También es importante mencionar que los síntomas pueden aparecer de forma intermitente, experimentando periodos de mucho dolor y limitación de movimientos, y periodos en los que los síntomas remiten. Sin embargo, esto no quiere decir que la enfermedad no siga desarrollándose o agravándose.
La artrosis y la artritis son dos patologías diferentes que en ocasiones suelen confundirse o tratarse como si fuesen lo mismo. Sin embargo, aunque las dos sean enfermedades reumáticas y puedan tener síntomas similares, sus causas y tratamientos son distintos.
La principal diferencia entre ambas afecciones es que la artrosis, como hemos visto, es una enfermedad crónica degenerativa, de desgaste del cartílago y asociada principalmente a la edad, mientras que la artritis se produce como consecuencia de la inflamación de la membrana sinovial. Es decir, el líquido sinovial, que sirve para lubricar la articulación se esparce por la misma, y al no reabsorberse de forma natural, provoca la erosión constante del cartílago y del hueso.
Además, la artritis no se relaciona con la edad, sino que normalmente tiene su origen en traumatismos, infecciones o enfermedades autoinmunes, como, por ejemplo, la artritis reumatoide. En este caso puede cronificarse o manifestarse de forma puntual.
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